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Un espectáculo de TEATRO ACCION
Director: Eduardo Gilio
Actriz: Verónica Vélez
Textos: Eduardo Gilio - Verónica Vélez
Este espectáculo fue presentado en el Festival International
Theatrical Olympics Grecia 2004
en la
celebración del 40 Aniversario del Odin Teatret en Holstebro,
Dinamarca
y en numerosos
Festivales y teatros de
Escultora
polémica, transgresora y genial. Una mujer adelantada a los
códigos sociales de su tiempo. Supo que el camino propio es más
peligroso, pero también más intenso. Su vida y su obra, en un espectáculo
que apunta directo a los sentidos
Sobre la vida de Lola Mora
Lola Mora
(1866-1936) fue la primera mujer escultora argentina. Su trabajo
se vio envuelto por el escándalo y la censura. Inaugura su Fuente
de las Nereidas, en medio de grandes controversias debido a que
las figuras estaban desnudas. La obra que originalmente iba a ser
emplazada en la Plaza de Mayo, frente a la casa de gobierno y la
catedral, terminó sus días en la Costanera Sur debido a las
denuncias y las presiones ejercidas por los grupos más
conservadores. Trabajó para desarrollar una máquina capaz de
proyectar películas con luz solar y buscó petróleo en las montañas
de Salta. Después de su muerte, sus parientes más cercanos
quemaron todas sus cartas y escritos personales. Cuentan que
cuando la urna con sus cenizas era llevada a Tucumán, tenía la
tapa mal ajustada y al iniciarse el vuelo se abrió y hasta que
alguien volvió a taparla, el viento desparramó parte de sus
cenizas en el aire.
Dijo el Crítico Pepe Enríquez
de Madrid
“un ritual escénico”...“una intensa
ceremonia de palabra, acciones, movimiento y canción, que convoca
en escena, en símbolos, la vida de una mujer argentina”.
Extracto del artículo
de Luis Castellani
La última obra que nos han
presentado es nuevamente una vida de sesgos extraordinarios, una
vida de mujer, contada a partir de pocos gestos precisos, de una
voz que pasa con toda naturalidad del grito al susurro, que modula
desde una tierna canción a una áspera imprecación.
Una interpretación entrañable,
literalmente, desde las entrañas (…)
El teatro de Gilio es siempre una
ceremonia, como eran en Atenas las celebraciones dionisíacas. Es
un teatro elemental, en el cual el fuego, el aire, el agua y la
tierra aparecen con toda su fuerza. No es un teatro fácil, ni lo
pretende. Es un teatro al cual hay que ir con un espíritu abierto
al asombro. Una apertura que nos permita percibir el mito a través
de esos gestos, voces, movimientos, melodías, espacios. No se
requiere la apertura del intelectual, sino la apertura de un niño,
de modo que cada instante se transforme en una sorpresa.
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